Uno de los rasgos distintivos del estilo de Enrique Peña Nieto es el de proyectarse como un presidente firme y, al mismo tiempo, muy cordial.
Y aunque es pronto para dar por sentadas las características de la imagen que busca posicionar, resulta evidente su intención de no comprar pleitos públicos con nadie.
No basta con el propósito de ser afable. Se necesita de capacidad para serlo y parecerlo, y de una personalidad determinada que transmita esos atributos colindantes con la conciliación.